Eme32
- Analia56
- 13 oct
- 18 Min. de lectura
Actualizado: 15 oct
Al entrar en mi habitación, encontré al conde con un criado del marqués de Truilzi, que me entregó una nota en la cual su amo me rogaba que le enviase el vestido, lo que hice al instante.
Al cerrar la puerta tras el criado, el conde —con ese aire imperturbable que lo caracterizaba— se volvió hacia mí con una media sonrisa, como si hubiera previsto la solicitud del marqués antes incluso de recibirla.
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